La consecución y logros en materia de Derechos Humanos por parte de las diversidades sexo-genéricas ha sido notable en estas dos últimas décadas. Recién el año 1999 el Estado chileno dejó de perseguir y castigar con cárcel a las personas homosexuales, además de dejar de perseguir penalmente a las diversidades sexo-genéricas, también se está terminando con la patologización de las vidas e identidades de la población lesbiana, homosexual, bisexual, trans, intersex, queer, entre otras.
Hace 4 años (2018) la Organización Mundial de la Salud (OMS) eliminó la transexualidad del listado de enfermedades mentales. Ese mismo año Chile aprobó la Ley 21120 que garantiza el derecho humano a la identidad de género (ley que tiene una preocupante falencia en materia de DDHH de la niñez menor de 14 años), y el pasado 10 de diciembre del 2021 (Día Internacional de los DDHH) el estado chileno promulgó la Ley de Matrimonio Igualitario. Todos estos logros descritos son por las movilizaciones y exigencias de aquellos derechos básicos. No han sido regalos, ha corrido sangre para conseguir estos derechos históricamente negados.
Las agendas político-sexuales de las diversidades sexo-genéricas son variadas. Existen diversas agrupaciones y activistas que interseccionan las agendas sexuales con otras que en principio no le serían propias por motivos de “identidad”, como lo son el movilizarse por el aborto libre de las mujeres heterosexuales. ¿Qué tendrían que hacer agrupaciones y activistas de las diversidades sexo-genéricas en demandas como el aborto libre? ¿Tienen algo que ver colectivas de lesbianas que se movilizan por el derecho al aborto de las mujeres heterosexuales? ¿Qué hacen personas trans aportando en la educación formal de las nuevas generaciones de profesionales universitarias, o en las aulas con estudiantes de educación básica y media sobre Derechos Sexuales y Reproductivos?
Es efectivo que durante largos años colectivas y activistas lesbianas, trans y homosexuales se han movilizado de manera solidaria para que las mujeres heterosexuales tengan acceso a un derecho humano fundamental como lo es el aborto libre. Que nadie las obligue a embarazos forzados (como ocurre en miles de casos, incluidas niñas) y que nadie las obligue a abortos forzados. Romper con la lógica identitaria que han asumido las agendas políticas es crucial para promover la solidaridad y ayuda mutua en el disfrute y goce de tales derechos.
Aunar esfuerzos, tejer alianzas vitales. Los derechos de las mujeres siguen bajo ataque, como también lo están los derechos de las diversidades sexuales y de géneros. Hace unos días, en pleno Mes del Orgullo, Estados Unidos eliminó el derecho al aborto para decenas de millones de mujeres en el país. El ataque a los DDHH de las mujeres es un ataque a los DDHH de todas las personas. ¿Tienen algo que decir las organizaciones y agrupaciones de las diversidades sexuales? Se requieren alianzas, posicionamientos públicos y pronunciamientos políticos en favor de los derechos de las mujeres, especialmente el derecho al aborto. Las organizaciones de las diversidades sexuales y de géneros pueden aportar con gestos en estos momentos sensibles, sobre todo considerando que los ataques a los DDHH de las mujeres ocurren justamente en este mes del Pride, del Orgullo LGBTIQ+, del mes de la diversidad.
Cuando atentan contra los derechos fundamentales de un grupo específico, como ahora son las mujeres, luego irán por los derechos humanos de otras personas, de otros grupos, incluidos los de las diversidades sexuales y de géneros. Debemos insistir en la Educación en Derechos Humanos y la Educación Sexual Integral para construirnos como generaciones que se posicionan en favor de los Derechos Sexuales y (no) Reproductivos de todas las personas.
Evidencio estos desafíos transversales tras un muy celebrado Mes del Orgullo para estimular la urgencia de la solidaridad y la ayuda mutua, y que desde las diversidades sexuales y de géneros no caigamos en la indiferencia de los ataques a los derechos humanos de las mujeres, quienes por lo demás históricamente se han movilizado por nuestros derechos. Hagamos memorias de esas alianzas y heredémoslas como un bien histórico a habitar.
Un ejemplo de este tipo de alianzas vitales es lo sucedido en la Convención Constitucional, donde las convencionales de los pueblos indígenas se movilizaron por los Derechos Sexuales y Reproductivos de las mujeres y diversidades sexuales. No se quedaron sólo en “sus” derechos como pueblos originarios. Recuerdo a la ex presidenta de la convención, la lamngen Elisa Loncón, que en plena discusión y votación de estos derechos señalaba “Hoy voto a favor de los derechos sexuales y reproductivos, pues tengo la convicción de que nos permitirá avanzar en la construcción de una sociedad más justa, respetuosa y libre de violencia hacia la mujer”. La misma profesora Elisa Loncón en su discurso inaugural que abría la Convención Constitucional, dedicó palabras y reconocimientos de las violencias comunes que sufren distintos grupos, y no sólo para los pueblos indígenas. Sus palabras calan hondo y conmueven. Recuerdo su habla cuando ese 4 de julio del 2021 en la tarde, junto a la machi Francisca Linconao, señalaba que: “Este saludo y agradecimiento también es para la diversidad sexual y para las mujeres que caminaron en contra de todo sistema de dominación".
Sin duda debemos reconocer esas “calles caminadas” que sistematizó la antropóloga y feminista chilena Eliana Largo. Esas calles caminadas compartidas y disputadas hasta nuestros días. Esas calles caminadas que heredamos y transitamos hoy. Enhorabuena que en el borrador de la Nueva Constitución, los derechos humanos de todos estos grupos están garantizados, incluidos el reconocimientos a los pueblos indígenas, el aborto, los Derechos Sexuales y Reproductivos y los de las diversidades sexuales y de género.